La función de conservar los
bienes culturales es, sin duda uno de los componentes más complejos que ha
adquirido el Museo desde la perspectiva de su configuración y definición
convencionales, de acuerdo con la propuesta y el impulso del ICOM.
El concepto y definición de una
actividad del patrimonio tan compleja como actual denominada
conservación-restauración tiene, en palabras, un largo pasado.
En el campo de la
conservación-restauración, es vital el establecimiento de una documentación científica
directa, previa a toda intervención sobre el objeto, durante los diversos
estadios de restauración y después del tratamiento. Esta documentación
justifica la intervención por medio de la provisión de un conjunto objetivo
de datos de referencia y constituye la memoria de la restauración para el
futuro.
En todo proceso de conservación
preventiva o de conservación-restauración de bienes de interés cultural
el trabajo de laboratorio es totalmente esencial. Debe
ocuparse al menos de esas tres misiones principales, que sin renunciar a otras,
como la formación y la respuesta a la curiosidad del público.
La actividad de la conservación y
de la restauración requieren un profundo conocimiento de los métodos y técnicas
de análisis y diagnosis de los bienes culturales, ante de pasar a cualquier
intervención.
No se refiere solamente a la
capacitación técnica y científica de los conservadores y de los restauradores
en sus respectivas áreas, sino sobre todo a una postura o enfoque tanto
conceptual como deontológico y técnico que convierta siempre esta labor en
legítima, precisa y estrictamente necesaria respecto de las obras.

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