
Es Ptolomeo Filadelfo quién fundó
en Alejandría, en el siglo III a C., el primer instituto de investigación científica, llamándole Museo. Desde
entonces se dio ese nombre a los establecimientos dedicados a conservar objetos
de valor, para el estudio de las ciencias y de las
artes.
Hasta la Edad Media el museo no es un fenómeno
cultural consolidado, las culturas son de régimen cortesano y religioso con
predominio de objetos preciosos en templos, tumbas, con sentido trascendental,
los objetos artísticos no tienen valor de coleccionismo, aunque en algunos
pueblos hay una incipiente producción de tipo industrial que los inhibe
de ser valorados por los coleccionistas ilustrados.
En Grecia se ve un uso más propagandístico
influenciado por las directrices artísticas y en ocasiones museísticas de la
cultura romana. Para Roma la imagen sirve para propaganda, información, ilustración, noticia, es decir lo es todo.
Marcelo lleva a Roma desde Siracusa cuadros y estatuas de tierras helénicas
sentando el precedente del coleccionismo romano.
Las casas de los miembros
dirigentes de la sociedad debían tener biblioteca, pinacoteca, obras de arte y bronces
griegos y helenísticos, originales o copias elaboradas por expertos. Surge el
coleccionismo hedonista y snobista, lo que podríamos decir un hobby.
El coleccionismo se convierte en
un auténtico mercado y su concepto definitivo entonces
es: la colección artística como INVERSIÓN DE CAPITAL. El coleccionismo romano acuñó no solo la
terminología de ciertas instituciones artísticas sino que alentó y consolidó
las bases del mercado de arte contemporáneo pero también aportó el dar UTILIDAD pública a las obras de arte.
Se comprende el valor del
enriquecimiento cultural del pueblo a través del coleccionismo como patrimonio cultural de todos; concepción que
decaerá con el Imperio y el Imperio tardío.
El Cristianismo se manifiesta como una
derivación del arte romano tardío, pero con metas pedagógicas más definidas: el
arte para la educación moral.
Sólo con Constantino pervivirá el
arte del coleccionismo por esmero y afán de cultura de algunos, tendiéndose a
ver un mundo de poder sobrenatural más que terreno. Surge el
pentapyrgion para la exposición de obras de arte; antecesora de la actual
vitrina de exposición museística.
EDAD MEDIA, la Iglesia es la única forma de museo público.
La política adoptada por ésta contra la
idolatría no favoreció al coleccionismo, solo en algunos centros elitistas y
minoritarios reside el germen de la cultura humanista del Renacimiento.
La aparición del urbanismo
nuclear en el gótico, produce un cambio permitiendo una transformación social
que determinará las tres esferas más contactadas con el coleccionismo: la
religiosa-clerical, la cortesana caballeresca y la burguesa. Nace el gusto por
lo profano, la decoración de viviendas con objetos museables entre otras.
El Humanismo produce una renovación total del
coleccionismo; la obra de arte es enriquecida por el Renacimiento con un valor formativo y
científico para el hombre moderno, educado al contacto con
la obra antigua, el objeto tiene valor estético e histórico.
El coleccionismo tiene su edad
de oro en la segunda mitad del siglo XVI,
aparecen las primeras guías artísticas y catálogos de colecciones, cobran valor
científico las series, aparecen los museos de ciencias naturales con criterio
moderno, el objeto es más interesante por lo que enseña que por su belleza.
En el siglo XVII el coleccionismo
se incrementa por la próspera ascensión de los burgueses, el monopolio artístico de las monarquías
absolutas y por la imagen del auténtico coleccionista por deleite personal. La
Iglesia vuelve a imponer su criterio para la realización artística. A comienzos
del seiscientos Roma es la capital del coleccionismo.
En el siglo XVII surgen dos tipos
de coleccionistas los CURIOSOS: cumplen una función snobista siguiendo ciegamente los
dictados de la moda imponen un arte de sociedad
estandarizado pero con clase. Es la época del rococó, y los FILÓSOFOS, eruditos que ven el coleccionismo
desde un punto de vista científico, sistemático, metódico y especializado.
En el siglo XIX el artista crea
conforme a sus propios criterios influyendo sobre el coleccionismo. En la
primera mitad del siglo XX el público coleccionista más fuerte son los magnates
americanos de la industria y ya se perfila la tarea
pedagógica típica del museo americano contemporáneo.
Burguesía y aristocracia
permitieron la creación del museo que hoy visitamos, pero fueron necesarias
transformaciones para que surgiera la ciencia museológica y se operara un
cambio fundamental descodificando al hombre en su relación con el museo y
otorgándole preponderancia sobre los objetos. La incorporación de la informática
y electrónicapermiten una nueva revolución museológica y ya se puede hablar
del museo virtual.
En Argentina se comienza en forma
temprana a considerar la institución museo, dos años después de 1810 surge el
Museo del País predecesor del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. Otro ejemplo es el Museo de
Historia Natural de La Plata creado por el perito Moreno, a estos se les
sumaron los museos de bellas artes y de historia.
Quién no conoce puede pensar que,
un Museo es un lugar frío, vetusto o severo, donde se conservan una diversidad
de cosas y que es visitado por personas aburridas y adustas.
La figura de aquél Museo Mausoleo
ha desaparecido para transformarse en un instituto cultural que desarrolla las
potencias de una comunidad. Conjuga al mismo tiempo el pasado, el
presente y el futuro con una nueva dinámica, aplicándola a los estudiantes,
profesionales y público en general.
El acervo patrimonial de los
Museos, es decir sus colecciones, se han integrado a través de la historia por
el afán que tienen los hombres de coleccionar.
Teniendo en cuenta este concepto,
el Museo más antiguo fue el de Nabonid, ultimo Rey de Babilonia, en el siglo VI
a C., cuya hija coleccionaba y exhibía los regalos preciosos que hacían al
soberano. En el siglo V a C., se destacó la Pinacoteca que poseía la Acrópolis
de Atenas, con obras de Apeles; Panaitos; Nikosthenes; Onésimo y otros.
En Roma, Cicerón y Julio César,
en el 43 a. C. fueron grandes coleccionistas y enseñaron el hábito a sus
contemporáneos.
En la Edad Media, los Monasterios
y las Catedrales fueron refugio de tesoros y colecciones de arte ordenadas
metódicamente.
En el Renacimiento nacen los
museos propiamente dichos, especialmente en Italia con las familias Médici, Gonzaga,
Ceste, Montifeltro, Urbino y otros. En 1549, el duque Cosme de Médici,
construyó el primer edificio museológico. llamado Galería de los Oficios, para
albergar sus propias colecciones.
En el siglo XVIII, se crea
en Inglaterra el Museo Británico y su primer
núcleo formador fue una colección de libros y manuscritos del médico y
naturalista irlandés Hans Sloane ( 1660-1753). Otro gran aporte del Patrimonio
lo hizo Jean Cotton.
En Francia se iniciaron las colecciones con
Luis XIII (1610-1643) que recibió las obras de arte que le había legado
Richelieu. Luis XIV acrecentó estas riquezas comprando las colecciones del
banquero Jabach, de Mazarino y Carlos I de Inglaterra. Así entraron numerosos
cuadros de pintores venecianos del siglo XVI.
Durante el reinado de Luis XVI,
el conde de Angiviller, director del futuro Museo del Louvre, realizó compras sistemáticas en prevención de su
apertura. La inauguración del Museo se realizó el 8 de Noviembre de 1793.
En 1833, en épocas de
Luis-Felipe, se inauguró la sección egipcia, cuando Champollion, su primer
Director acababa de penetrar en el secreto de los jeroglíficos. Desde entonces
el crecimiento del patrimonio museológico es permanente en todas sus secciones.
También en el siglo XIX se crearon los museos del Ermitage en 1852, y el de
Bulag en 1863 transformado luego en Museo del Cairo, bajo la dirección del francés August Mariette.
En tanto en el Siglo XIX el Museo
en general, era un templo del saber solo para iniciados o eruditos, hasta que
John Ruskin, ((1819-1900) célebre crítico de arte, artista y reformador inglés) difundió las ideas revolucionarias
evotales como: personal especializado; puertas abiertas para el acceso a las
colecciones; protección adecuada e institución dinámica, al servicio de todo
tipo de público.
El Museo moderno es esencialmente
dinámico y está al servicio de la educación popular, no se concibe una organización técnica para un exclusivo
núcleo de concurrentes. El Museo depósito ya no existe, sino que es dinámico,
por eso más que acumular materiales o fondos documentales, pone ese acervo al
servicio del público.

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